Redes sociales

¿Qué es una red social? En Internet se considera una red social todo aquel sitio web que permite al usuario crearse una página en la que cuelga periódicamente información de todo tipo sobre su persona. Las redes sociales en Internet funcionan como una evolución natural del correo electrónico y la agenda de contactos. Su función no es otra que la de mantener en contacto permanente a los usuarios con sus amigos y conocidos, o simplemente con personas con las que comparte determinados intereses.

¿Cómo funciona una red social?


La mayor parte de las redes sociales permiten darse de alta simplemente proporcionando un nombre de usuario y una contraseña, aunque algunas tienen limitaciones de edad por debajo de la cual no puedes abrirte una cuenta. Una vez dentro, el usuario interactúa a través de aplicaciones muy sencillas proporcionadas por la propia red, creando álbumes de fotografías, colgando canciones, pequeños textos, etc. Un usuario puede solicitar “agregar como amigo” a cualquier otro dentro la red social; en el momento en el que ese otro lo “acepta como amigo” ambos recibirán información cada vez que modifiquen la información de la red social.

¿Qué tipos de redes sociales existen?


Hay decenas de redes sociales a lo largo y ancho de Internet. Algunas se basan en un interés común por parte de los usuarios, ya sea a nivel profesional o como aficionado: lugares de encuentro entre músicos, redes orientadas a la búsqueda de empleo, negocios, viajes, búsqueda de pareja...

Riesgos de las redes sociales


  • Pérdida del anonimato: lo normal es que cada usuario se identifique con su nombre y apellido real y que aporte datos personales como dónde estudia, con quién se relaciona, en qué ciudad vive... Eso se hace así para que los demás usuarios, si han estudiado en el mismo instituto o universidad, puedan relacionarse. También es muy frecuente subir fotografías personales donde el usuario es perfectamente identificable. Esto hace que su exposición pública sea mucho mayor que antes.
  • Lo que se publica, queda publicado: una vez que se pulsa el botón de “publicar”, esa información es enviada a todos los contactos del usuario. Si más adelante el usuario se arrepiente de lo dicho, publicado o mostrado y trata de borrarlo, solo conseguirá eliminarlo de su propio perfil, pero no de las cuentas de todos sus amigos.
  • Todos son amigos: pueden aparecer solicitudes de amistad por parte de personas que en realidad no se conocen. Muchas veces el acto de aceptar una de esas solicitudes es tan automático que no se vigila si se está admitiendo a una persona conocida o no. Nuestros hijos no deben dejarse engañar por el juego de palabras. Los amigos se pueden contar con los dedos de las manos (con una suele ser suficiente) mientras que lo que encontramos en las redes sociales son conocidos con los que debemos mantener la correspondiente distancia. Siempre se puede optar por bloquear a cualquier usuario que resulte molesto.
  • Dependencia: mientras más amigos se tienen, más novedades aparecen de forma constante en la página de cada uno, creándose un ciclo de interacciones que no tiene un final concreto. El usuario puede sentir la necesidad de estar siempre pendiente y atento a su red social, dándose casos esporádicos y extremos de dependencia total.

Ciberacoso y Ciberbullying


Para un adolescente, que está en pleno proceso de definición y consolidación de su propia identidad, la aceptación por parte del grupo es de extrema importancia. Esta necesidad puede llevarle a tomar decisiones o actitudes que favorecen a la pertenencia al grupo, pero que pueden dañar enormemente su propia autoestima e incluso a otras personas. Hablamos de fenómenos como el ciberacoso y el Ciberbullying. Se diferencian en que el segundo es específico del contexto escolar, pero el fenómeno es el mismo: cuando un menor de edad atormenta, amenaza, hostiga, humilla o molesta a otro menor de edad a través de las TIC. Puede estar o no acompañado de acoso en la vida analógica.

Los acosadores nunca actúan solos, sino que cuentan con la colaboración de todo el grupo social. Algunos de ellos se convierten en cómplices silenciosos al no denunciar la situación, mientras que otros pueden participar activamente animando o jaleando la acción. Es el poder de la aceptación del grupo el que hace que los adolescentes adopten como propias las directrices que el grupo marca, sin plantearse si es o no correcto y adecuado. Somos los padres los que les debemos enseñar desde muy pequeños a tener empatía con los demás, a ser asertivos con ellos, y a tener muy claro cuándo merece la pena unirse a un determinado grupo y cuándo es pernicioso. Si un joven adolescente se inicia en las relaciones grupales con una buena autoestima y un sistema de valores básico muy claro, será mucho más difícil que se vea apoyando este tipo de conductas.

Si hay algo que puede ajusticiar socialmente a un adolescente es ser etiquetado como “chivato”, pero esto se debe a un mal uso del término que debemos aclararles desde la infancia. Un chivato es quien acusa al que ha cometido una infracción con la intención de que se le castigue, independientemente de lo que haya hecho. Sin embargo, cuando denuncio a una persona que está causando un daño a alguien con la intención de proteger, es una obligación cívica y humana. Nunca hemos juzgado como chivatos a los testigos de un crimen que dan su testimonio en el juicio. Hagamos lo mismo con quien solo intenta proteger a otros de cualquier tipo de abuso.