Cómo usan las TIC

Los niños que han nacido en la época de Internet y los teléfonos móviles han sido socializados culturalmente bajo la influencia de las nuevas tecnologías, por lo que su comportamiento social y cultural es distinto al de los niños que nacieron antes. Por esta razón, los padres debemos tener en cuenta y conocer en qué ha consistido esa influencia.

Para los adolescentes las nuevas tecnologías son una necesidad, no una opción. Resuelven los problemas cotidianos usando las TIC porque a través de ellas reciben información, se comunican, se divierten y estudian.

Cuando estamos en lugares nuevos, en ciudades diferentes, tenemos tendencia a desorientarnos, pero hoy día un adolescente consultará el GPS de su móvil y, si no tienen, enviará un mensaje a un colega para que les guíe con Google Maps, un potente sistema de cartografía por Internet.

Mapa de Google Maps

Como es todavía demasiado textual, seguramente se ayudarán con Google Street View o Google Earth, utilidades gratuitas que se basan en fotografías de todas las calles de la ciudad o del planeta.

Un conferenciante tuvo que desplazarse a Sevilla para dar una charla en un lugar que no conocía. Su destino estaba cerca de la estación y no tenía sentido coger un taxi, así que decidió ir andando, pero era mediodía y reinaba un calor insoportable, por lo que todo el mundo estaba encerrado en su casa. El conferenciante no encontró a nadie para preguntarle cómo llegar.

En ese momento le llamó su hijo pequeño y el hombre, tras explicarle el problema, le pidió que le guiase con Google Maps. Pero aún así seguía perdido, ya que por desgracia, parecía que el sol había derretido las placas con los nombres de las calles, y se encontraba completamente desorientado.

Entonces el hijo del conferenciante le preguntó desde el otro lado del teléfono si veía una farmacia. La ubicó a lo lejos y así se lo confirmó a su hijo, que le pidió que fuese hacia ella y que le avisase cuando encontrase una fuente. El hombre estaba cada vez más sorprendido porque su hijo le guiaba por las formas de las casas y los tipos de comercio.

Cuando llegó a su destino preguntó a su hijo como lo había hecho, y respondió que era algo que se llamaba Google Street View, que se basa en fotografías tridimensionales de todas las calles de la ciudad, en las que se habían borrado los rostros de todas las personas que aparecen en las imágenes para garantizar su intimidad y confidencialidad. El sistema Street View de Google te permite visitar ciudades como Sevilla casi en su totalidad, a través de fotos realizadas desde ingeniosos móviles.

Mapa de Google Maps vista satélite

Esta es la prueba de que nuestros hijos utilizan sus conocimientos tecnológicos con gran inteligencia. Casi parece que hereden el conocimiento tecnológico, más que aprenderlo. Es necesario adaptarnos a los nuevos tiempos, a los cambios introducidos por las TIC y cerrar la brecha tecnológica que divide a padres e hijos.

Gracias a la radio, a la televisión y a la prensa, nosotros hemos tenido mucha más información que nuestros padres, pero no tanta como tienen nuestros hijos. Con las TIC, tienen el mundo en la punta de sus dedos, y así se lo hemos de transmitir para que puedan tocarlo y disfrutarlo, pero siempre con la debida prudencia y sentido común.

Nuestros hijos extraen la información de Internet y con ella se hacen esquemas, resúmenes y amplían información. Uno de los mayores ejemplos en el cambio de modelo de enseñanza lo suponen las Wikis o enciclopedias libres hechas por los propios usuarios de Internet, como Wikipedia o Wikanda, la Wikipedia andaluza.

Si vemos que nuestros hijos están en Wikipedia o en Wikanda, deberíamos alabar el esfuerzo de colaboración y generosidad de los miles de personas que comparten sus conocimientos gratuitamente para distribuir y aumentar el conocimiento.

Captura de pantalla del portal Wikanda

De esta manera les enviamos el mensaje adecuado acerca de los valores en los que creemos. Creer en la colaboración por encima de la competencia, en la generosidad en lugar de en el egoísmo y en la bondad en lugar de en la maldad será una magnífica herencia para nuestros adolescentes.

También sabrán que hay malvados, aunque no sean la mayoría, y esto debe enseñarles a contrastar siempre la información obtenida y no creer cualquier cosa que encuentren simplemente porque lo han visto en una página web o una Wiki.

Revisar y acudir a las fuentes de la información siempre es la mejor forma de estar seguros de que el conocimiento que estamos recabando es el correcto. Es necesario que tengan una disposición positiva hacia la vida y que la disfruten en un entorno de optimismo y sin angustias, pero siempre con una sana cautela y un bien formado juicio crítico.

Nuestros hijos hablan, juegan, se pasan fotos, escuchan música y estudian con el mismo dispositivo, mientras que nosotros hacíamos cada una de esas cosas en un lugar distinto, lo que daba la impresión de mucha más actividad. Muchos especialistas dicen que hay que controlar el tiempo, y seguramente es cierto. Pero sobre todo se deben controlar los contenidos o, mucho mejor, hablar sobre ellos.

No podemos encerrar a nuestros hijos. No podemos evitar que les lleguen contenidos inadecuados a través de Internet o de la televisión de la misma manera que no podemos evitar que tengan encuentros desagradables en la calle. Lo que podemos y debemos hacer es darles las herramientas de responsabilidad para saber cómo interpretar esos contenidos y cómo actuar ante ellos.

Nuestra obligación es darles la posibilidad de elegir. Es momento de que se equivoquen ahora que están bajo nuestra protección. Especialmente en estas edades ellos quieren experimentar y jugar a que ya son adultos, por lo que en muchos casos deberán aprender con experiencias duras y difíciles.

Las influencias negativas a las que están expuestos nuestros hijos pueden ser, como en cualquier aspecto de la vida, encontradas voluntaria o casualmente. La ingente cantidad de información que se encuentra en Internet es un reflejo del mundo y de la vida, por lo que allí se pueden encontrar tanto cosas buenas como malas.

Muchas veces las malas llaman la atención en los medios de comunicación, pero son un porcentaje muy pequeño comparándolo con todo lo positivo que encontramos en Internet. Sí, nuestros hijos pueden encontrar cosas malas en la Red, exactamente igual que en la calle.

El mundo puede parecer más seguro con las TIC que sin ellas, ya que saber que están hablando o jugando con alguien del otro lado del mundo, pero que al mismo tiempo están físicamente en su habitación, es bastante tranquilizador.

Sin embargo, el físico no es el único daño que nuestros hijos e hijas pueden recibir en este mundo, por lo que los padres y madres no debemos faltar a nuestra responsabilidad escudándonos en la distancia física. Tienen acceso casi infinito a la información y al contacto con otras personas, y nos corresponde a los padres darles el conocimiento acerca de cómo gestionar dicho acceso.

Se ha hecho célebre la forma en la que los estudiantes pueden copiar sus trabajos en Internet, valiéndose de las distintas Wikis o de portales donde copiar trabajos unos de otros, y cada vez son más los profesores que saben cómo combatirlo con portales como www.copyscape.com, www.compilatio.net o www.plagium.com, páginas web que detectan el plagio en los trabajos de los estudiantes.

Pero si somos justos, también debemos tener en cuenta todo lo que aprenden en Internet. El problema no es el acceso a la información, sino su exceso y la falta de criterio o visión crítica. Existe una importante saturación de datos que no les ayuda ni a la comprensión ni al conocimiento, por lo que deben aprender a discriminar la información que reciben.

Una mayor cantidad de información no implica mayor calidad de la misma, y existen nuevos términos para describir esta sobrecarga informativa, como son la infobesidad o la infoxicación, términos que vienen a describir la saturación excesiva de información que recibimos y lo perjudicial que puede llegar a ser si dicha información no es de calidad. Lo que más necesitan ahora nuestros hijos es un análisis crítico y una fuerte carga ética.

El conocimiento no existe si para nuestros hijos los datos carecen de significado. Y nosotros como padres no debemos conformarnos con el conocimiento para ellos, que es la mera acumulación de datos, sino que deberíamos aspirar a que alcancen la sabiduría, que es la relación de estos conocimientos aplicados a un aspecto real de su vida.

Y eso solo se logra experimentando de forma directa el conocimiento. Las TIC han multiplicado las oportunidades que tienen nuestros hijos, lo cuales sabrán aprovecharlas si tienen un buen criterio. Los valores, las actitudes, los comportamientos y las elecciones que hagan nuestros hijos determinarán su éxito o fracaso como personas.

Los caminos de la vida por los que transitan son muy diferentes de los que recorrimos nosotros a su edad. Ahora hay menos distancias y muchas maneras de llegar de un punto a otro. Sin embargo no todo es diferente, ya que para llegar a la felicidad personal se necesitan idénticos valores.

La superficialidad de los medios de comunicación hoy día que va permeando en la televisión, la prensa, la música y la literatura, no ayuda en nada a que nuestros hijos tengan un sentido trascendente de la vida.

En general tienen mucha información y un pobre y fragmentado conocimiento.

Hace años, cuando éramos adolescentes, el criterio de nuestros padres para saber si una cosa era cierta, consistía en que lo hubiesen dicho en las noticias de la televisión.

Nuestros hijos acceden con un solo botón a cientos de medios de comunicación al mismo tiempo, medios entre los que tienen que escudriñar la verdad. Esto es bastante complicado, ya que la “verdad” es algo que dejamos en manos de los medios de comunicación sin establecer previamente un filtro o una interpretación.

De eso va a depender el comportamiento de nuestros hijos, que no será seguramente el más adecuado si han basado sus valores en errores y mentiras. Los padres vivimos un ajetreado ritmo de vida que hace que no nos ocupemos apenas de la escuela o de lo que los medios de comunicación cuentan a nuestros hijos. Y esto es un error, ya que son algunos medios de comunicación, como ciertos programas de televisión, quienes tienen mayor influencia sobre ellos.

La primera consecuencia es que a tus hijos no les importe tanto sus notas en la escuela como la opinión de sus amigos. El mundo de fronteras difusas del adolescente, en el que ya no es un niño pero tampoco un adulto, es realmente complicado. Deben dedicar la mayor parte de su tiempo a aprender a ser adultos responsables, pero escolarizados en un sistema que les enseña habilidades instrumentales principalmente.

Estos conocimientos son mucho más necesarios hoy en día para ganarse la vida que cuando nosotros o nuestros padres tenían su edad, pero este no es el único conocimiento que necesitan, ya que aparte de aprender determinadas asignaturas tienen que saber cómo utilizar ese conocimiento en la vida real.

En definitiva, que adquieran experiencias significativas que les hagan poner en práctica el conocimiento para que se convierta en algo constructivo para ellos y ellas. Mientras que los adolescentes de antes aprendían imitando a sus mayores, hoy aprenden de los modelos que observan en la televisión y en los videojuegos, de ahí que debamos intentar pasar más tiempo con nuestros hijos y educarlos sobre aquellos mensajes que están recibiendo continuamente.