Educar sobre las TIC

Nuestros hijos mezclan, organizan, clasifican, ordenan y distribuyen la información de maneras que jamás habríamos soñado nosotros con su edad. En sus ratos libres tienen acceso a una enorme cantidad de información que necesita ser organizada y analizada con espíritu crítico.

Dotarles de él es una de nuestras principales tareas como padres. Necesitan este aprendizaje, y aunque nosotros no lo hemos vivido con las TIC, sí hemos aprendido a desarrollar un espíritu crítico a partir de otros estímulos que no eran digitales.

Las TIC son unas herramientas que no existían cuando teníamos la edad de nuestros hijos, pero que ahora son imprescindibles para entender nuestro tiempo. La manera en la que las personas aprenden, se comunican o trabajan ha cambiado, y nuestros hijos tienen ahora una oportunidad única de acceder al conocimiento y al mercado laboral, vivan donde vivan.

Este es un privilegio que debemos potenciar, no limitar. La economía, el trabajo y toda la sociedad se ha reconfigurado en torno a las nuevas tecnologías, y las TIC son la herramienta básica de contacto.

Puede que para algunos adolescentes de hoy la familia es menos un lugar de educación y más un lugar de refugio y sustento, pero no podemos por ello renunciar a una de las funciones principales de la familia y olvidarnos de enseñarles a nuestros hijos valores importantes de una forma explícita y clara.

Esto no tiene nada que ver con ideologías personales, ni religiosas ni políticas, sino que se trata de emitir y transmitir juicios éticos sobre lo que es correcto o no en la vida dentro de la sociedad en la que nos desenvolvemos. Es importante que aportemos a nuestros hijos estas valiosas visiones sobre la vida para que sean personas adultas y felices en el futuro: respeto por nuestros semejantes, educación en el trato con los demás, generosidad, etc.

Reloj y agenda

Quizás este sea el trabajo más delicado que haremos en nuestra vida, y requiere de un tiempo del que muchas veces no disponemos a causa del ritmo trepidante de la sociedad en la que vivimos. No es culpa nuestra, pero tampoco de nuestros hijos ni de las TIC. Por ello, y pese a las dificultades, debemos poner todos los medios a nuestro alcance para fomentar el correcto crecimiento de nuestros hijos.

El hogar debería servir para educar y la escuela para formar. Muchos padres de hoy día, sin tiempo apenas para nada, terminamos delegando en la escuela nuestra responsabilidad, pero esa opción pocas veces funciona. Si tenemos mucha suerte, nuestros hijos se toparán con docentes abnegados que harán su trabajo y el nuestro, pero no podemos eludir dicha responsabilidad. Somos los primeros interesados en que se desarrollen correctamente, por lo que no debemos contentarnos con que nuestros hijos tengan un buen rendimiento académico.

La educación no termina en ningún momento de la vida ni es algo que se ciña únicamente a los centros de enseñanza. Es obra de toda la sociedad, empezando por los padres y acabando en los medios de comunicación, cuya influencia puede ser nefasta si no se analizan sus contenidos de forma crítica.

Aunque nuestros hijos son ahora adolescentes, no han dejado de necesitar nuestro amor o nuestra experiencia. Nuestra responsabilidad no acabará nunca, y tampoco debe mermar nuestra alegría de ser padres. Por eso nuestra intención no debe ser que nuestros hijos tengan facilidades tecnológicas, sino que sean personas felices. Quizás no tengamos todos los conocimientos técnicos que nos gustaría para enseñarles a interactuar con las TIC, pero eso no es lo importante, ya que disponemos de la experiencia y el sentido común que son imprescindibles en el uso de cualquier tecnología.

Las TIC son, de hecho, una ventana a través de la cual nuestros hijos miran un mundo con efectos tan reales como este, pero que no se puede tocar. Algunas personas creen que lo que hacen nuestros hijos en Internet no sirve para nada, porque opinan que lo que no se ve no es real.

Pero esa actitud no hace más que esconder el rechazo y el miedo a lo desconocido disfrazado de desprecio. Lo que se hace con las TIC, aunque no se vea tiene un efecto real: las conversaciones que tienes son reales, las compras que haces son reales, lo que aprendes usándolas es real...

Especialmente ahora que son adolescentes van a intentar saber si son capaces de actuar como adultos y experimentarán como si fuesen adultos. Como padres hemos trabajado mucho para proporcionarles fuertes alas para que nuestros hijos vuelen alto y no se estrellen contra el suelo.

No tendría sentido limitarles ahora, privándoles de las TIC. Lo que debemos hacer es apoyarles y acompañarles en ese viaje de descubrimiento del mundo que ahora nos rodea.