¿Qué es la adolescencia?

Debemos pensar en nuestros hijos no como en niños, sino como jóvenes adolescentes. Muchas veces vemos más mayores o adultos a los hijos de los otros, mientras que nuestros propios hijos siempre son niños.

Es necesario reconocer su nuevo estado porque ya es bastante difícil para ellos esta etapa de la vida, en la que creen que todo el mundo les ataca y nadie se detiene a comprenderles. El mundo de tu hijo antes de la adolescencia no era más que una parte de nuestro propio mundo como padres, mientras que ahora son ellos los que deben empezar a definir su propio universo.

La adolescencia es el momento en que nuestros hijos comienzan a conocerse mejor a ellos mismos y buscan las diferencias respecto al resto de su familia. Este proceso es necesario para poder afrontar los duros cambios que se avecinan. De hecho, es la única forma de convertirse en personas autónomas e independientes, un proceso social y evolutivo por el que hemos pasado todos.

La adolescencia, tal y como la conocemos en la cultura occidental, es una etapa del ser humano que no se encuentra presente de igual manera en todas las épocas o culturas. En algunas civilizaciones africanas la transición de la niñez a la adultez consiste en ritos de iniciación tras los cuales el niño se “convierte” en adulto, con todas sus responsabilidades y privilegios.

Sin embargo, en la sociedad occidental no existen estos rituales, nuestros niños no saben cuándo dejan de serlo, lo cual los sume en un estado de gran confusión. Nuestros hijos adolescentes se pueden estar preguntando en este mismo momento “¿Soy ya un hombre o soy un niño todavía?”. Es normal que pasen por este periodo, y es parte de nuestra labor como padres hacer que sea lo más llevadero posible.

Para nuestros hijos adolescentes es la primera vez en muchos ámbitos y experiencias, y por eso se sienten inseguros y a veces les salen mal las cosas. Recordemos la primera vez que nos pusimos al volante de un coche y reconozcamos (los que puedan) que fuimos bastante torpes.

Sin embargo hemos progresado mucho desde entonces con la experiencia, que es justo lo que necesitan nuestros hijos adolescentes para aprender las reglas del mundo en que se desenvuelven e ir aclarando su posición en él.

Pensemos en nuestra primera vez de algo que era muy complicado: nuestros hijos son personas que por primera vez tienen ese cuerpo, que además va cambiando día a día; que por primera vez tienen pensamientos y sensaciones nuevas, las cuales no siempre comprenden ni controlan… ni siquiera saben ponerles nombre; que por primera vez se enfrentan a su futuro y saben que debe hacerlo solos.

Son personas que se despiertan y, de pronto, descubren que todas las opciones están delante de ellas, que abarcan todo el mundo y toda su vida, y que se dan cuenta de que no están preparados para elegir. En ese instante de pánico se sienten desamparados y no saben qué quieren, ya que no tienen criterios para cribar la inmensidad que se abre ante ellos. Y lo que es peor, en la confusión de dicho impacto pierden la noción de dónde vienen y a dónde van.

Acaban de asomarse a su propio futuro y a su propia vida, y les da vértigo...