Educación no sexista y TIC

Nadie nace con prejuicios de ningún tipo. Ningún niño tiene de forma innata el impulso ni la intención de discriminar al prójimo en base a ningún criterio. En nuestra sociedad actual hemos empezado (no hace mucho) a ser conscientes de ciertos prejuicios culturalmente mantenidos que no queremos que se sigan transmitiendo a las futuras generaciones, como son los referentes al tipo de raza, religión o país de procedencia de otras personas.

En este sentido, hay un esfuerzo consciente y voluntario llevado a cabo por la mayor parte de la sociedad para cambiar nuestras actitudes y educar a los jóvenes en la tolerancia y el respeto a otros seres humanos.

Sin embargo, respecto a la discriminación que se realiza atendiendo al sexo de las personas, apenas se está empezando a tener conciencia de ello y queda mucho por recorrer hasta que ello realmente desaparezca de nuestra forma de ver el mundo.

Aún hay muchos prejuicios funcionando cuando hacemos una atribución de roles, habilidades y destrezas a hombres y mujeres y mientras que nos esforzamos por luchar contra ellos en unos ámbitos, en otros los mantenemos de forma casi inconsciente.

En la relación con las TIC, al igual que en otros tantos ámbitos de la vida, ocurre de la misma forma. Sin darnos cuenta, desde que nuestros hijos se acercan a dichas tecnologías les orientamos a unas u otras actividades en base a su sexo, por ejemplo:

  • Solemos poner dibujos animados o series de TV que van sobre lucha o deportes a los niños frente a los que se centran en las relaciones sociales y familiares, que consideramos más adecuados para las niñas.
  • Es más habitual ver jugar a juegos competitivos y violentos a los niños, mientras que los de plataformas y puzzles son más adecuados para las niñas.
  • Podemos llegar a ser más permisivos con el uso de una TIC con los niños, a los cuales atribuimos mayor competencia para manejarla, que con las niñas, a las cuales prejuzgamos como más torpes y poco interesadas en las tecnologías.

Si nos fijamos, ni uno solo de estos ejemplos (y se quedan muchísimos sin exponer) está fundamentado en ninguna evidencia de ningún tipo y responden únicamente al prejuicio adulto (tanto de los padres como de las madres) que se ha ido alimentando a lo largo de generaciones.

Siendo conscientes de que, como sociedad, siempre intentaremos avanzar hacia formas de convivencia más justas y satisfactorias para todos los miembros que la componen, es nuestra responsabilidad empezar a educar desde ya a nuestros hijos en los valores que conduzcan a ello.

Para lograrlo, la mejor opción es ignorar la variable “sexo” siempre que sea posible y pasar de pensar en nuestros hijos como niños o niñas para pensar en ellos como personas. De este modo, se evitan rápidamente razonamientos falsos como “a los niños les gusta jugar al fútbol y a las niñas a las muñecas” y se sustituyen por razonamientos verdaderos del tipo “a unas personas les gusta jugar al fútbol y a otras les gusta jugar a las muñecas… y a algunas les gusta jugar a las dos”.

Si se consigue separar los ojos con los que miramos a nuestros hijos de su sexo podremos dejar de tratarlos en muchos ámbitos de forma discriminatoria y educarlos en un sentido de la igualdad que tanta falta hace hoy en día.


A nuestra sociedad aún le queda mucho para eliminar del todo los prejuicios sexistas, y los padres deben poner todo su empeño para educar a sus hijos sin transmitirles dichos prejuicios.

Sería del todo inadecuado permitir que nuestros hijos interaccionen de forma independiente con diversas TIC (como puede ser Internet, la televisión o los videojuegos) que les pueden llegar a transmitir precisamente esos prejuicios que estamos evitando.

La programación actual en la televisión suele estar plagada de estereotipos sexistas, sobre todo en lo referente a la publicidad, y hay videojuegos que perpetúan ciertos prejuicios sexistas acerca de las habilidades y competencias de hombres y mujeres. Por último, Internet no deja de ser una ventana al mundo, y si el mundo en el que vivimos es sexista, se verá fielmente reflejado en las redes.