Huérfanos digitales

Huérfanos digitales son aquellos niños de todas las edades que han tenido que aprender a desenvolverse en el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) por sus propios medios, ya que no han podido contar con sus padres para aprender cómo hacerlo.

La brecha digital que separa a ambas generaciones hace que los padres muchas veces no sepan cómo actuar debido a que este campo les es muy desconocido. Sin embargo, el que desconozcamos muchos de los detalles de las TIC no impide que sigamos cumpliendo con nuestra función principal: educar a nuestros hijos para que sepan desenvolverse con soltura en el mundo que les rodea valiéndose de todos los recursos a su alcance.

Si hemos basado nuestra educación en valores sólidos como la responsabilidad, la ética, la solidaridad, el respeto y la prudencia, tendremos la tranquilidad de que nuestros hijos sabrán hacer lo correcto no solo en cuanto al uso que hacen de las TIC, sino en su relación con el mundo en general.

“Siembra un pensamiento y cosecharás un acto,
siembra un acto y cosecharás un hábito,
siembra un hábito y cosecharás un carácter,
siembra un carácter y cosecharás un destino”.

Samuel Smiles

Una escena corriente: en un extremo del salón, la abuela se asoma por una ventana que da a una calle, o quizá a un jardín. En el otro, nuestro hijo y su hermana se sientan frente a la pantalla de un móvil, que no tenemos muy claro hasta dónde puede llegar. No necesitamos acercarnos a la ventana para saber lo que se ve desde allí.

Ya lo hemos hecho cientos de veces: un cartero que empuja un carrito amarillo, una señora paseando a su perrito y un vecino que vuelve de comprar el pan. Pero necesitamos mucha más imaginación para figurarnos qué están viendo en la pantalla del móvil, porque detrás de su “ventana” hay un mundo infinito. La abuela grita al teléfono cuando su hermana llama desde más lejos que de costumbre mientras que nuestro hijo, y no sabemos cómo lo hace, ve vídeos de YouTube con el teléfono móvil.

El mundo gira cada vez más deprisa gracias al vibrante impulso de las TIC. Son tecnologías y dispositivos que surgieron después de que naciéramos, pero con los que han nacido nuestros hijos. El mundo ha cambiado bastante desde que teníamos su edad. Jugábamos como ellos, pero los juegos eran diferentes.

Estudiábamos como ellos lo hacen, pero nuestros libros eran distintos. Nos relacionábamos con nuestros amigos, pero con instrumentos más simples que los que se usan ahora. El mundo es el mismo pero tiene un aspecto nuevo ya que, sobre la capa analógica que nosotros hemos conocido y con la que hemos aprendido a relacionarnos, se ha superpuesto una capa digital que lo cubre todo y que nos afecta a todos. Sí, también a nosotros, no solo a nuestros hijos.

El mundo se ha quedado sin fronteras porque las medidas del tiempo y del espacio han cambiado gracias a la nueva vida digital. Estamos ante la revolución más profunda de la Historia. Una revolución que ya se ha producido y en la que no hay marcha atrás. Y, sobre todo, una revolución de la que ya formamos parte y con la que viven y habrán de convivir nuestros hijos. La vida digital ha triunfado porque de ella se obtienen enormes beneficios reales.