Internet

Internet tiene unos beneficios inmensos para nuestros hijos y conlleva muchos menos riesgos que el mundo real en cuanto a daño físico se refiere, pero en él existen otros riesgos de tipo emocional que conviene conocer para prevenirlos y procurar evitarlos. Ahora que nuestros hijos son pequeños, el ordenador debería estar en una zona común de la casa, como el salón.

Es como cuando los llevamos a jugar al parque, y mientras ellos se columpian podemos estar hablando o leyendo, sabiendo que están bien porque no les quitamos el ojo de encima. Entrar en Internet es como salir de casa para entrar en otra dimensión del mundo, y al igual que cuando salimos de casa para pasear por el mundo real nos llevamos una serie de cosas (abrigo para protegernos del frío, zapatos para protegernos los pies), entramos en Internet con unas cuantas cosas esenciales para protegernos: el antivirus, el firewall. Eso es lo que utilizaremos siempre, solo por estar conectados a Internet.

En algunas ocasiones vamos a sitios especiales, que tienen unas características específicas, como la playa o la nieve. Cuando vamos a esos sitios, además de las protecciones de siempre nos llevamos una protección específica, como protectores solares, flotadores, gorros o guantes. Así que cuando visitemos algunos sitios de Internet lo haremos llevando a cabo ciertos hábitos de conducta saludables.

Imagina que estás en el parque y se acerca alguien que no conoces a pedirte tu nombre, dirección y teléfono. Haciendo uso del sentido común, nunca le darías esos datos. En Internet es lo mismo, lo que ocurre es que muchas veces no percibimos el riesgo como algo cercano, ya que la comunicación es virtual y no vemos físicamente a la persona en cuestión. Por otro lado, si se los proporcionamos estaríamos poniendo en riesgo nuestra propia privacidad digital, ya que no sabemos dónde acabarán esos datos, si alguien puede tener acceso a ellos y el uso que puede darles.

Dado que Internet es un mundo virtual conviene que a través de él solo enviemos datos virtuales, mientras que los datos reales los guardaremos para el mundo real. No obstante, las consecuencias de lo que en Internet se haga pueden ser completamente reales, por eso hay que ser igual de prudentes. No es especialmente difícil, ya que ambos mundos son parecidos y el uno no es sino el reflejo del otro. Veamos algunas equivalencias:


Mundo real Mundo virtual
Foto Avatar
Nombre Usuario, alias, nick
Correo electrónico privado Correo electrónico público
Ciudad Ciudad imaginaria
Llave Contraseña

Pese a que por seguridad se invite a crearse una identidad paralela para utilizar en el mundo digital, es necesario precisar y matizar un detalle importante: más que una identidad paralela, en Internet se debe utilizar una identificación alternativa. Es muy importante que la persona, en esencia, siga siendo la misma y sea plenamente consciente de su identidad y la mantenga íntegra.

Hay personas que aprovechan la distancia proporcionada cuando se mueven por un medio tan impersonal para crear identidades alternativas, las cuales van acompañadas de actitudes que en su vida normal no manifestarían.

Es un mecanismo de transformación parecido al que sufren algunas personas en un campo de fútbol, en donde encontramos a personas que en su vida cotidiana son educadas, tranquilas y controladas, convertidas en hooligans mezquinos y deslenguados. Esto, como es obvio, no es culpa del fútbol, sino de la impersonalidad que proporciona esa situación en la que uno no es más que parte de la masa y le permite dar rienda suelta o introducir aspectos de personalidad que en otras circunstancias no estarían presentes.

De este mismo modo enseñaremos a nuestros hijos a proteger su identidad real en Internet, pero que se pongan el nick que se pongan, deben comportarse tal y como lo harían en la vida real. De este modo, al igual que se marcharían de un lugar cuando les incomoden o crean que están corriendo un riesgo, abandonarán una web, un chat o un foro en dichas circunstancias y no tratarían de responder como no lo harían en la vida real (por ejemplo, de forma retadora, chulesca, grosera…). Debemos animarles a que nos informen de lo ocurrido para poder así ayudarles a protegerse de estas situaciones.