Juegos padres e hijos

Educar para prevenir implica educar en valores, es decir, en aquellos aspectos de la vida que siempre son importantes. Dichos valores no pueden ser inculcados de forma forzosa en los niños, sino que deben ser sentidos e identificados por ellos para que puedan compartirlos y desarrollarlos por sí mismos.

De sus padres aprenderán las actitudes y valores que les capaciten tanto para un correcto desempeño en la vida analógica como para hacer un buen uso de las TIC. Para ello hemos de tener en cuenta lo siguiente.

Mejoremos la comunicación con nuestros hijos


  • Prestemos atención a sus sentimientos y mostrémonos interesados por ellos, siendo capaces de ponernos en su lugar y comprender sus problemas.
  • Valoremos positivamente que nos digan la verdad siempre, al igual que nosotros nunca les mentiremos. De este modo estableceremos un clima de confianza, y nuestros hijos podrán decirnos lo que realmente les preocupa.
  • Preguntemos abiertamente y de manera curiosa por sus actividades y pidamos que nos enseñe a hacer algo que no sepamos, por ejemplo, el manejo de algún programa informático.
  • Mostrémonos disponibles siempre que requieran nuestra atención para contarnos algo. Si les censuramos en sus intentos por contactar con nosotros terminarán alejándose y buscando a otras personas que les presten atención.

Desarrolla una autoridad positiva


  • Somos los modelos de conducta para nuestros hijos. Nuestro ejercicio de autoridad positiva es bueno y saludable para el desarrollo psicosocial de los niños. Debemos saber poner límites a su actividad, pues tiene que aprender que “no todo vale”. La conducta de nuestros hijos pide límites. Si somos excesivamente condescendientes y no se los ponemos a tiempo, nuestros hijos nos los exigirán con conductas cada vez más inadecuadas.
  • Seamos coherentes: si marcamos límites y normas, estas deben mantenerse y cumplirse. A medida que nuestros hijos vayan madurando y sus necesidades evolucionen se podrán cambiar, mediante el diálogo, las normas establecidas y adquirir nuevos compromisos. Las figuras de autoridad, esencialmente los padres, han de consensuar las normas y límites para la conducta de sus hijos, porque en caso contrario encontrarán resquicios e incoherencias que les provocarán confusión y las consecuentes conductas disruptivas.
  • Seamos firmes y estables: si tomamos una decisión con respecto a la conducta de nuestros hijos, hemos de cumplirla. Si, por alguna razón, les castigamos con no utilizar el ordenador o el videojuego, cumplamos con la decisión, porque no hacerlo echaría por tierra tanto nuestra credibilidad como todo el sistema de normas que nuestros hijos tienen que aprender.
  • Escuchemos, expliquemos, negociemos: escuchemos las opiniones de nuestros hijos, expliquemos las nuestras, intentemos razonar con ellos cómo funcionan las normas en la familia, demostremos con nuestro comportamiento que también cumplimos las normas, aunque en un papel diferente con ciertas ventajas y ciertos inconvenientes respecto del papel que tienen ellos. Con los adolescentes, el razonamiento puede extenderse al diálogo: podemos poner en cuestión las normas, sus pros y contras, renegociar nuevas normas y adquirir nuevos compromisos, cada uno desde su papel.
  • Si tienes que hacer algún tipo de corrección o crítica hacia el comportamiento de tus hijos, recuerda siempre que has de criticar precisamente eso: el comportamiento, no a su persona en su totalidad. Es importante que los padres diferencien su propio enfado (que es suyo personal) de una reprimenda (que está dirigida a educar a otros), siendo en ocasiones lo más adecuado el dejar la reprimenda para cuando se reduzca el enfado.

    Por ejemplo: una madre descubre que su hijo ha bajado un programa de la red sin tomar las precauciones necesarias provocando la entrada de un virus. El procedimiento adecuado consistiría en reprender al niño por su comportamiento (bajar programas sin permiso, no utilizar el antivirus, no comunicar el problema etc.), enseñarle cuál es el procedimiento adecuado, y aplicar el castigo pertinente si procede. Por el contrario, gritarle “¡Torpe! ¡No se puede confiar en ti!“… y otras descalificaciones personales no solo minarán su autoestima y no enseña nada útil, y además está creando un abismo en la relación de confianza con él.

Compartamos momentos con nuestros hijos


  • Juguemos con nuestros hijos: respetemos sus propios espacios y tiempos de juego con sus iguales, pero busquemos también momentos en los que podamos recrearnos y jugar con ellos.
  • Para divertirnos con nuestros hijos no es necesario ir a un centro comercial ni a un parque temático. Un sencillo paseo por el campo, sentarse en el sofá de casa a leer juntos un cuento. Buscarlo en Internet o jugar con un videojuego, puede crear relaciones de confianza mutua donde conoceremos mejor a nuestros hijos, a la vez que les enseñaremos con el ejemplo.
  • Nuestro apoyo en la organización de tiempos de estudio también es importante. Hemos de establecer un momento del día para el estudio: preguntemos a nuestros hijos qué tareas tienen y ayudémosles a organizarlas. Si tienen pocas, podremos elegir temas de estudio para completar la sesión. Dejémosles tiempo para realizar las tareas por sí mismos y ayudémosles después en el repaso. En caso de error, no les daremos la respuesta correcta directamente, sino que les invitaremos a razonar para que lleguen a la solución por sí mismos.
  • Convirtamos al ordenador en un medio para compartir, jugar y estudiar junto a nuestros hijos: podemos hacer un uso excelente y muy creativo del ordenador. Si no tenemos mucha experiencia con ordenadores eso no debe preocuparnos; les dará la oportunidad a ellos de enseñarnos a nosotros. Podremos pasar buenos ratos buscando datos de referencia, consultando enciclopedias virtuales, comunicándonos con grupos de estudiantes de diversos lugares del mundo, etc. De esta relación padre-ordenador-hijo, los niños aprenderán a enfrentarse a las posibilidades formativas y recreativas de Internet, al tiempo que interiorizará valores necesarios para el uso de las TIC.

Educar es la mejor manera de proteger a tus hijos. Espiarles o prohibirles el acceso a las TIC son solo soluciones temporales que no darán frutos a largo plazo. Solo ganaremos su desconfianza.

Si estás en nuevos modelos de familia


En las familias monoparentales o con padres separados, las características del núcleo familiar pueden influir algo en el desarrollo de la educación de los hijos. Por ello, hay que tener en cuenta algunos detalles específicos:

Los hijos de los hogares monoparentales, a causa de la situación de su familia, podrían estar más expuestos a algunas amenazas derivadas de un uso inadecuado de las TIC.

Los padres o madres que crían solos a sus hijos suelen mostrar una gran abnegación por sacarlos adelante en condiciones, con frecuencia, más duras que el resto. La situación económica suele ser más difícil, puesto que una sola persona tiene que mantener una casa.

Deben trabajar, atender su hogar y atender a sus hijos en ocasiones sin disponer de otra ayuda, incluso en momentos de enfermedad. El tiempo disponible es mucho menor y se tiene que repartir de otra manera. El primer tiempo que desaparece es el de ocio personal, y se reduce sensiblemente el destinado al descanso.

En ese entorno, el tiempo que se puede dedicar a los hijos también es menor, por lo que se debe cuidar especialmente la calidad de la relación en ese breve espacio de tiempo que los padres tienen para dedicarles.

Por cuestiones de su propia disponibilidad de tiempo y, con frecuencia, por su situación anímica, los juguetes tecnológicos suelen ser un refugio fácil para los niños. Los juguetes, como cualquier otra tecnología, solo son una herramienta. Pueden servir de ayuda para sobrellevar un bache anímico, pueden servir para aprender destrezas… pero no sirven para educar en valores.

Muchas veces los niños de familias separadas tienen acceso a más tecnología y más sofisticada que los otros, porque tanto los padres como las madres tienden a compensarles con objetos materiales por las dificultades adicionales que consideran que sus hijos están viviendo.

En los casos de los que viven en dos casas (la de su padre y la de su madre), los hijos pueden llegar a manipular a sus progenitores diciéndoles que en la otra casa tienen más y mejores tecnologías o, por el contrario, que no tienen acceso a ninguna tecnología y que por tanto en esta casa deberían compensar.

En las situaciones más complicadas, donde el diálogo entre los padres se ha perdido, es imposible mantener la coherencia educativa necesaria. La única posibilidad de educar bien en esas circunstancias consiste en ser un ejemplo de coherencia para ellos, en observarles mucho y en mantener una relación franca y abierta de diálogo permanente.

Debemos aclarar que todos estos principios no son de aplicación exclusiva para los casos de familias monoparentales, pero en dichas familias hay que prestar una especial atención y aplicarlos con mayor cuidado. Además, es bueno seguir estos consejos adicionales:

  • Las TIC son una herramienta valiosísima para que nuestros hijos estén en contacto permanente con su familia extensa, por lejos que se encuentren. La familia extensa es aquella cuyos miembros no viven en nuestro mismo domicilio, como suelen ser los tíos, primos, tíos, abuelos, los abuelos...
  • Los niños con determinados rangos de edad pueden utilizar las TIC para facilitar la vida domestica organizando listas de la compra, planificando viajes o salidas, etc. Los objetivos deben ser establecidos por los adultos y también seremos quienes debemos validar los resultados. Nosotros decidimos “qué” y “para qué”, pero en muchos casos nuestros hijos disponen de suficientes conocimientos para decir “cómo”.
  • En los casos de custodia compartida, en los que los hijos viven por periodos de tiempo en casa de la madre o la del padre, ambos progenitores han de hacer un esfuerzo en ponerse de acuerdo en algo que, por responsabilidad, estamos destinados a compartir: la educación. El esfuerzo, en ocasiones titánico, por el entendimiento en este tema es necesario, ya que de la coherencia entre las normas de comportamiento y utilización de medios tecnológicos en ambas casas dependerá el buen desarrollo de los valores positivos de los hijos, y de ahí su buen comportamiento y felicidad. Es el punto común que desean tanto padres como madres, y que puede motivarles para establecer juntos unas reglas iguales, que se cumplan en las dos casas. Si son incapaces de alcanzar acuerdos al respecto por sí mismos, sería conveniente pedir ayuda de mediación o terapia familiar antes de que sus hijos se vean afectados por dicha incapacidad.